¿Por que envejecemos y morimos? (Final)
Por JtvLion:
La carrera de relevos y la mesa de madera.
Imaginemos por un
instante una carrera de relevos, donde hay un “batón” o “testigo” que debe ser
relevado cada cierto periodo de tiempo. También hay una fila con un número
indeterminado de “relevistas” o “postas”, que son los encargados de llevar el
“testigo” a su destino… si es que lo hay. Pues bien, digamos que el testigo
será relevado cada una hora entre relevo y relevo y que el numero indeterminado
de relevistas es alrededor de 2 millones de personas, dispuestas a continuar el
relevo. Eso equivaldría aproximadamente a 228 años en los que el “testigo”
estaría relevándose cada una hora. Pero, supongamos que al término de ese
periodo, otros 2 millones estarían esperando a su vez el relevo, para distribuirlos
otra vez, cada hora, por otros 228 años más y así, sucesivamente.
Ahora imaginemos
una mesa de madera a la que le aplican una capa de barniz cada año cuyo
cometido fundamental consistiría en mantener en buen estado la madera que esta
siendo protegida por la aplicación. Esta capa de barniz seria aplicada por unos
2,000 hombres, alternativamente, cada uno con esa misión todos los años. Al
finalizar cada año, la mesa seria tratada con un mantenimiento especial donde
se le removería la antigua película de barniz, se lijaría y se prepararía para
aplicarle una capa de barniz completamente nueva. Al término de los primeros
2,000 años, se les encomendaría la misma tarea a otros 2,000 hombres durante
los 2,000 años siguientes. Y así, sucesivamente.
Celulas de Globulos rojos |
En el proceso de división
celular ocurre exactamente lo mismo. Los organismos unicelulares, como las
bacterias por ejemplo, no envejecen, ni
mueren. Al contrario, al llegar a una determinada “edad”, estas apenas se
dividen, dando lugar a dos nuevas células, perfectamente idénticas y
conservadas, que continua el siguiente ciclo regularmente. Las células se
reproducen duplicando su contenido y luego dividiéndose en dos. El ciclo de
división es el medio fundamental a través del cual todos los seres vivos se
propagan. En especies unicelulares como las bacterias y las levaduras, cada
división de la célula produce un nuevo organismo. En especies pluricelulares se
requieren muchas secuencias de divisiones celulares para crear un nuevo
individuo; la división celular también es necesaria en el cuerpo adulto para
reemplazar las células perdidas por desgaste, deterioro o por muerte celular
programada. Así, un humano adulto debe producir muchos millones de nuevas
células cada segundo simplemente para mantener el estado de equilibrio y, si la
división celular se detiene el individuo moriría en pocos días.
El ciclo celular
comprende el conjunto de procesos que una célula debe de llevar a cabo para
cumplir la replicación exacta del ADN y la segregación de los cromosomas replicados
en dos células distintas. La gran mayoría de las células también doblan su masa
y duplican en el citoplasma todos sus orgánulos en cada ciclo celular. Es un
proceso que debía ser continuado e indefinido… pero no. Por alguna razón
inexplicable, en un punto determinado se detiene y comienza a avanzar a la
inversa, irreversiblemente.
Existen diversas
teorías que tratan de explicar la causa del envejecimiento celular y el
consecuente deterioro molecular que termina con la muerte. Unas plantean que
los ácidos nucleicos y proteínas que componen las macromoléculas de un
organismo van acumulando daños que van provocando la perdida paulatina de sus
funciones
principales, lo cual implica que el funcionamiento normal de las células se
modifique alterando el funcionamiento de los diferentes órganos y al mismo
tiempo, limitando su vida útil. Otros le atribuyen la llamada “teoría del ritmo
de vida”, donde las células del cuerpo se van estropeando conforme va pasando
el tiempo debido a su uso continuado, como sucede con los componentes de una
maquina. Y están aquellos que alegan que
los seres vivos poseemos una cantidad de energía asignada, la cual
debe ser administrada por el organismo y por lo tanto debiera ser repartida
equilibradamente entre la reproducción y el mantenimiento de este. Sin embargo
esta teoría tiene la desventaja de que no explica como es que se distribuye o
no la energía provista por las células nuevas una vez que estas nacen y se
reproducen.
Otra teoría
propone la exposición de un estilo de vida poco saludable donde se ha vivido
forzando al cuerpo a condiciones nocivas o envenenamiento provenientes del
medio ambiente donde nos desarrollamos lo cual iría acumulando sustancias de
desecho en el interior y exterior del metabolismo haciendo posible la
incapacidad de reparar el ADN y por consiguiente acumular con el tiempo estos
daños y provocar el desgaste celular y por lo tanto su tiempo de vida.
Sin embargo,
Ninguna de las teorías expuestas ha sido completamente comprobada, y no dejan de
ser solo eso: teorías, que continúan siendo en la actualidad motivo de
controversia entre los biólogos y gerontólogos que estudian el origen de la
vejez, ya que descubrir exactamente porqué envejecemos y morimos, puede ser
relevante en un futuro y nos ayudaría a extender nuestro tiempo de vida.
“…De manera que inspira temor, estoy
maravillosamente hecho…” Salmos 139:14
Ahora, con toda
esta información, volvamos al principio de todo y hagámonos la siguiente
pregunta: ¿Que tal si en realidad el hombre esta diseñado para vivir por tiempo
indefinido –ya no eternamente- y que de alguna forma esta destinado a morir por
disposición divina? Vamos a creer entonces que Dios sí creo al hombre y que
cuando este fue condenado por aquel a morir al principio de todas las cosas por
haber desobedecido uno de sus mandatos, tiene que haberse modificado en alguna
forma, la maravillosa perfección del metabolismo humano para inducir que, en
algún momento determinado en la vida, fallara su funcionamiento y comenzara el
camino definitivo hacia la muerte.
Vamos, que si vamos a considerar todos los aspectos, como lo hemos hecho
hasta este momento ¿Por qué, entonces, no meditamos acerca de lo que plantea la
Biblia? Mientras que las mentes más brillantes, después de años de investigaciones
y pesquisas aun no se explican realmente que es lo que pasa, la Biblia expone
de forma muy sencilla y terminante el verdadero centro del misterio.
“…Por cuanto […]
te pusiste a comer del árbol respecto del cual te dije ‘no debes comer de el’
maldito sea la tierra por tu causa. […]
Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas al suelo porque de
el fuiste tomado, pues polvo eres y al polvo serás tornado…” Génesis
3:19.
Claro, muchos se
resisten a creerlo. Otros muchos lo niegan rotundamente y están aquellos que ni
siquiera le prestan atención. ¿Por qué? Simple. Para ellos, Dios no existe y por tanto no tuvo
ninguna participación en la creación de hombre. Pero, veamos que sabemos hasta
ahora acerca de la existencia de Dios… desde el
razonamiento que
han hecho algunos científicos prestigiosos. Por ejemplo, John Peacock, un
cosmólogo británico, dijo en una ocasión: "Es fácil imaginar una prueba de
la existencia de Dios. Si mañana viéramos que las estrellas se han movido para
escribir en el firmamento el mensaje de que Dios existe, para mí sería bastante
convincente. Pero una prueba de la no existencia de Dios es mucho más difícil
de imaginar".
La existencia de Dios
No deja de ser
curioso que la teoria del Big Bang la
propusiera precisamente un sacerdote. En 1927, el belga Georges Lamaitre
postuló que el Universo está en expansión y que, por tanto, debió existir un
“comienzo” que describió como "un huevo cósmico explotando en el momento
de la creación". Pocos años después la idea de que hubo un tiempo “cero”
fue muy discutida -entre otros por el prestigioso físico Fred Hoyle, el autor
del término Big Bang-, que defendía
un Universo sin principio ni fin y que vinculaba el éxito del Big Bang precisamente con la idea
religiosa de la creación.
Anthony Flew, uno
de los filósofos ateos mas influyentes del mundo, expreso recientemente: “Lo
que creo que el ADN ha demostrado, debido a la increíble complejidad de los
mecanismos que son necesarios para generar vida, es que tiene que haber
participado una inteligencia superior en el funcionamiento unitario de
elementos extraordinariamente diferentes entre sí”, asegura.
“Es la enorme
complejidad del gran número de elementos que participan en este proceso y la
enorme sutileza de los modos que hacen posible que trabajen juntos. Esa gran
complejidad de los mecanismos que se dan en el origen de la vida es lo que me
llevó a pensar en la participación de una inteligencia superior”, añade Flew.
El biólogo
norteamericano Richard Dawkins también declaró: “Ahora creo que el universo fue
fundado por una Inteligencia infinita y que las intrincadas leyes del universo
ponen de manifiesto lo que los científicos han llamado la Mente de Dios. Creo
que la vida y la reproducción se originaron en una fuente divina”, dijo.
Quizás, sorprendentemente, la matemática es otra de las áreas donde el debate
ciencia-religión es más activo. "Los matemáticos discrepan sobre si las
matemáticas son un constructor humano o si se descubren porque ya estaban en la
naturaleza (¿dadas por Dios?)", señala Manuel de León, director del
Instituto de Ciencias Matemáticas. "Creo que las descubrimos aunque les
demos una determinada forma que puede diferir de unos a otros, y las
descubrimos porque son al final las leyes que rigen el Universo; esa física que
Hawkings aduce como causa de la creación del Universo se expresa en términos
matemáticos".
Recientemente,
científicos genetistas han descubierto lo que pudiera ser un paso
extraordinario de avance en lo que concierne al envejecimiento celular, lo cual
podría deberse a la existencia de un gen, al que han nombrado WRN, el cual sin
causa aparente, en un momento determinado de la vida se “inactiva”, provocando
una sucesión de alteraciones a nivel genético que inicia el proceso
gerontológico. Por supuesto, que el alcance que posee la ingeniería genética y
la biotecnología en estos días, ha propiciado que se lleven a cabo estudios de
avanzada que hace unos años atrás era impensable adquirirlos. No obstante,
todavía todo esto se desarrolla bajo un manto constante de perplejidad e
incertidumbre incapaz de proveer una explicación efectiva lo suficientemente
convincente.
De modo que,
ustedes tienen la palabra.
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