Los Juegos Olimpicos y la Era Moderna
Por JtvLion
“…Lo mas importante no es vencer o ser vencido… es
competir.”
Baron Pierre de Coubertin
"El soldado de Marathon" Luc-Olivier Merson, 1869 |
Cuenta una
leyenda griega muy antigua que alrededor del año 490 a. C. el ejercito de Darío
I, emperador de los persas, sitio la bahía de Marathon, en la Grecia antigua,
para luego invadir y arrasar la cercana ciudad de Atenas. Entonces, un mensajero
ateniense de nombre Fidípides, considerado el más veloz y resistente de todos, fue
enviado a Esparta para pedir ayuda. Aunque la distancia de 240 kilómetros (150
millas) fue cubierta por el heraldo en menos de dos días, las noticias que trajo
de Esparta consigo –luego de recorrer de regreso otros 240 kilómetros en otros
dos días- no eran muy alentadoras, ya que aunque les habían prometido a los
atenienses 2000 hombres, estos no llegarían hasta la próxima luna llena al
términos de sus cultos religiosos.
El pequeño
ejercito ateniense, cuya proporción era 1 soldado por cada 4 los persas, en un
desesperado intento por detener al poderoso ejercito de Darío I, se dispuso a
ofrecer la mas tenaz resistencia con tal de proteger la ciudad de los dioses.
Elaboraron un ataque sorpresa, que más parecía un suicidio masivo, pero al
final del día alrededor de 6400 soldados persas yacían sin vida en el campo de
batalla, mientras que las bajas de los atenienses apenas superaban los 200
caídos.
Sin apagarse aun
los gritos de victoria, Fidípides fue llamado de nuevo con la misión de
anunciar al pueblo ateniense de la espectacular victoria y alertarles que los
navíos persas aun rodeaban a Atenas para atacarla. El audaz mensajero aceptó
nuevamente el reto y viajó la abrupta distancia de 42 Km., que separaban las
playas de Marathon de la ciudad de Atenas. Se dice que cuando alcanzó la ciudad
en las horas postreras del atardecer de ese mismo día, anunciando la victoria
con la frase: “¡Alegraos, atenienses… hemos vencido!”, cayo exhausto por el
cansancio y murió.
Aproximadamente un par de siglos atrás a la batalla de Marathon, sobre
el año 776 a. C. se originan los antiguos Juegos Olímpicos, cuyas principales
celebraciones se realizaban en honor al dios Zeus en la sagrada ciudad de
Olimpia. Personas de todos los rincones del la península helénica y tierras
aledañas asistían a las competencias y se instalaban en tiendas de campaña
alrededor de la ciudad de Olimpia y de la vecina Elide. Políticos, autoridades
de altísimo rango, senadores, generales, gente de alta y media clase y pueblo
en general aprovechaban la ocasión para robustecer alianzas entre ciudades o
comerciantes. Artistas, cantores y poetas animaban la justa en los festejos
nocturnos o los espacios públicos y los estadios se desbordaban de espectadores
de toda clase y raza y origen para contemplar y disfrutar de las competiciones
que allí se celebraban. Así, los Juegos Olímpicos de la antigüedad anunciaban
cada cuatro años un breve pero autentico y legitimo periodo de paz entre tantas
guerras existentes mediante la disposición de una tregua entre los
contendientes para que no interfiriera el desarrollo de la competencia.
En aquellos juegos solo podían participar como contendores aquellos
hombres libres que hablaran griego. A la mujeres se les tenia terminantemente
prohibido intervenir o siquiera ver los juegos. Los hombres participaban
desnudos y a los ganadores se le premiaba con una guirnalda hecha con
ramilletes de hojas de olivo y se le confería la condición de héroe. Como consecuencia,
la fama seguía a los campeones olímpicos y en sus pueblos natales se erigían
estatuas en honor de los vencedores y se cantaban sus proezas o se escribían
poemas con sus hazañas.
Pierre Baron de Coubertin |
En el año de 1892, en el marco de una celebración de la Union François Sportive Atléte
Societés, un joven
maestro e historiador llamado Pierre Baron
de Coubertin introdujo una vaga idea de unos juegos modernos que se celebrarían
cada cuatro años donde todas las naciones de mundo pudieran participar con el
objetivo de competir, y animar el concepto que parecía dirigirse a alentar la
paz entre los pueblos y beneficiar a la humanidad con el fruto de la
competencia.
Dos años más
tarde, en el año 1894, Coubertin organizo una reunión, donde estuvieron
reunidos 79 delegados de 12 países con el objetivo de discutir la creación o
–dicho de mejor manera- el renacimiento de los Juegos Olímpicos modernos. El
resultado final de dicha reunión dio por instituido el primer Comité Olímpico
Internacional, cuya estructura fundamental consistió en organizar los primeros
juegos en la ciudad de Atenas, Grecia, y a partir de ahí, cada cuatro años. Los
I Juegos Olímpicos de la era moderna se inauguraron por Pierre Baron de Coubertin el día 6 de abril de
1896, en el estadio Panathinaiko, en
Atenas, Grecia.
La llama olímpica
ha sido el símbolo mas venerado de los Juegos y la idea fue adoptada de los juegos
antiguos donde la llama sagrada permanecía encendida en el altar de Zeus
durante la competencia, aunque se supone que el origen de la antorcha olímpica
proviene de un héroe de la mitología griega,
Prometeo, quien según narra el mito, robo el fuego de los dioses con el
fin de obsequiarle a la humanidad el fuego y el poder que representa la
divinidad y la tenacidad del hombre. Desde
el año 1936, la llama es encendida en el monte Olimpo de Grecia y es
trasportada por numerosos atletas en una antorcha, de relevo en relevo por
diferentes países hasta llegar a la sede de los juegos donde permanecerá
perenne en el pebetero hasta que concluya el evento. La carrera de maratón de
42,195 metros ha estado incluida desde los I Juegos como homenaje imperecedero
a la épica gesta de Fidipides.
El barón de Coubertin diseño y
presentó la bandera en el congreso olímpico de 1914, ante la conmemoración del
XX aniversario de la fundación del COI. Se izó por primera vez en Alexandría,
Grecia, pero no hizo su debut olímpico hasta los juegos de Amberes en 1920.
Esta bandera ondeó hasta los juegos de 1984, siendo sustituida por una nueva
desde Seúl 1988. En las ceremonias de clausura de los Juegos Olímpicos, el
alcalde de la ciudad sede de la Olimpiada entrega la bandera al alcalde de la ciudad de la siguiente sede. La bandera es guardada en el
ayuntamiento de la ciudad sede de los próximos Juegos Olímpicos. Los 5 anillos
de colores (azul, amarillo, negro, verde y rojo) sobre fondo blanco sin bordes
representan a los 5 continentes (Europa, Asia, África, Oceanía y America)
La decisión de
celebrar los I Juegos Olímpicos de la era moderna, en el mismo lugar donde se
originaron las antiguas Olimpiadas, y
el legado del Baron de Coubertin mas que
un gesto simbólico, propició en lo adelante la grandeza de un evento de la cual
nadie pudo haber imaginado jamás. Mientras los deportes son considerados en
gran medida el corazón y el alma de los Juegos, la cooperación de naciones bajo
una sola bandera perseguida por cientos de países en todo el mundo, la
competición en si, las ceremonias de apertura y clausura, los fuegos
artificiales y el colorido de los festejos y premiaciones, mas el fomento extendido de la paz mundial y el impedimento de
conflictos beligerantes o de otra índole entre los seres humanos, cualesquiera
sea su origen o clase constituye de manera fehaciente un verdadero orgullo
nacional para cada país que lo organiza y un reto perpetuo para aquellos otros
que sueñan con el anhelo de albergarlos en su propio territorio.
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