¿Creacion o evolucion?: El hombre y su ADN
Por JtvLion
“El más maravilloso sistema del sol, planetas y cometas, solamente
podría proceder de la determinación y dominio de un ser inteligente y poderoso.”
Sir Isaac Newton
El ADN o ácido
desoxirribonucleico, (en inglés DNA) se define como un biopolímero (compuesto
químico formado por unidades estructurales que se repiten o nucleótidos, fue aislado por primera vez
en 1869, por el medico suizo Friedrich Miescher) el cual constituye el material
genético de las células. Está formado por unidades que están ordenadas según
una secuencia y es ahí donde se encuentra la información para la síntesis de
proteínas. Es el responsable del código genético, que determina en gran medida
las características de los seres vivos al nacer.
Teniendo en cuenta esta premisa, pudiéramos formular lo
siguiente:
Un organismo para reproducirse
necesita de la molécula de ADN, que es la que trasmite la información genética
de generación en generación. Esta molécula
tan extremadamente compleja está compuesta por bases nitrogenadas. Los genes y
cromosomas que se transmiten como consecuencia de la información contenida en
ella son a su vez moléculas también muy complejas cuyo contenido se
puede considerar como un almacén de información (mensaje) necesaria para
construir y sostener el organismo en
el que reside, y se transmite de generación en generación. El conjunto de
información que cumple esta función en un organismo dado se denomina genoma, y el ADN que lo constituye, ADN genómico.
Pensemos
por un instante en el ejemplo que dio Albert Einstein: “…Si desarmamos un reloj de cuerda y observamos su
mecanismo interno, vemos que está compuesto de una serie de engranajes,
mecanismos diversos que nos convencen de que es imposible de que por casualidad
se haya juntado todas y hubiesen puesto en movimiento un mecanismo tan exacto
como un reloj.”
“Más bien pensamos que ese conjunto de piezas
tuvieron que haber sido creadas y armadas por una mente inteligente que unió
los engranajes y piezas para darle movimiento a ese reloj para que funcionara
adecuadamente. […]”
Para ilustrar lo que digo, voy a presentar 2 ejemplos
sencillos:
Si agarramos un dado y lo tiramos, la probabilidad de que
nos salga el 2 es 0.16. O sea, 1 dividido entre 6, o simplemente dicho, 1 de 6.
Si tiramos el dado dos veces, ¿Cuál es la probabilidad de que nos salga el 3 en
la primera tirada y el 1 en la segunda tirada?
Matemáticamente, la probabilidad de cada tirada se
multiplica por la probabilidad de la tirada sucesiva. Ejemplo: 0.16 x 0.16 =
0.0256. Claramente, podemos ver que la probabilidad se hace menor mientras que aumentan los eventos,
en este caso 2 tiradas de dados.
Basándonos en esta sencilla demostración de
probabilidades, si agarramos una computadora y la desintegramos en 200 piezas y
las esparcimos, ¿Cuál es la probabilidad de que en una “explosión” las 200
piezas caigan ordenadas en su lugar respectivo para su funcionamiento apropiado
mientras la computadora esté encendida con un sistema operativo Windows 7
instalado?
La probabilidad es aproximadamente: 1/200x1/200x1/200… ¡multiplicado doscientas veces! Lo cual es lo
mismo que: (1/200) ^ 200 = 6.22e ̶ 460, es decir,
6.22 antecedido de… ¡460 ceros!
Aunque esta probabilidad no es imposible, matemáticamente es considerada cero.
Pero no olvidemos que 200 partes es un número irreal.
Solamente Windows 7 está compuesto por miles de líneas de código que
“inteligentemente” han sido puestas en el debido orden para que puedan
funcionar como el sistema operativo que es.
Pues bien, la molécula de ADN es
infinitamente más compleja que un reloj de cuerda, o un sistema Windows 7, lo
cual podría eventualmente llevarnos a la conclusión de que, dada una
probabilidad prácticamente cero,
seria muy difícil, por no decir imposible, que se haya generado por azar.
Otro aspecto a tener en cuenta seria el siguiente. Según
el profesor en Biología y Genética de la University
of California, Irvine, Francisco J. Ayala, “partiendo de la teoría
darwiniana, para que la herencia sea fidedigna es imprescindible que la
duplicación del ADN sea extremadamente precisa. Pero, no lo es completamente,
de manera que aparecen errores que dan lugar a las mutaciones que hacen posible
la evolución.....”
“Examinado el ADN de las especies, los científicos hemos
reconstruido su historia evolutiva. Así se ha sabido que el antepasado común a
los diez millones de especies vivientes fue una célula que vivió hace 3.500
millones de años, tan sólo unos cientos de millones después de que se formara
la Tierra. Durante los siguientes 2.500 millones de años, los descendientes de
dicha célula seguirían siendo seres microscópicos, aunque el número de especies
no dejara de multiplicarse.....”
“De esa célula descienden también todos los animales,
incluido el hombre. [...]
“Ahora bien, si esto fuese la única verdad, y debido al sencillo principio
físico y metafísico de la acción y la reacción que dice que toda acción para que exista tiene que tener
una reacción, sería fácil deducir, que la evolución de la célula tendería a
su autodestrucción como ser vivo, ya que esa tendencia es la reacción de
menor energía consumida en contra de la otra, cuya función seria escalar
hacia organismos más complejos y perfectos.”
“Si las mutaciones
–concluyó- son errores del funcionamiento del mecanismo de reproducción de los
seres vivos ¿Porque una mutación va a originar una especie cada vez más
compleja y perfecta? ¿No será más fácil y creíble lo contrario? Por otro lado,
si la adaptación al medio exige que un chimpancé adapte su cerebro a pensar más
y mejor, ¿Por qué entonces no lo van a conseguir todos los chimpancés, por
ejemplo, y así transformar su especie totalmente y no parcial como hasta ahora,
en nuestra propia especie? ¿Es que hoy día no hay suficientes razones -incluso
muchas más, ya que estamos acabando con ellos- para que puedan hacerlo?”
La evolución falla en explicar la existencia de tan
siquiera una “célula simple”. El organismo unicelular más simple posee en sus
genes y cromosomas tantos datos como hay cartas en las bibliotecas más grandes
del mundo; un trillón de cartas. Hay cientos de miles de genes en cada célula.
La mayoría de las formas de vida tienen tales células complejas en perfecto
orden. No hay manera de que un proceso al azar pueda organizar tanta data
masiva. La posibilidad matemática de que un cuerpo humano sea formado accidentalmente
es la misma que la de una explosión en una imprenta pueda formar un
diccionario.
Sir Fred Hoyle, ateo, y creador de la teoría
“estado-continuo” del origen del universo, cree que las probabilidades de que
la casualidad haya formado la vida en el planeta son tan pequeñas que pueden
ser comparadas con la casualidad de que “[…] un tornado atravesando un depósito
de chatarra pudiera ensamblar un Boeing 747 con los materiales que allí se
encuentran” (Hoyle on Evolution, Nature).
Sir Fred Hoyle hace otra colorida comparación utilizando una criatura peluda
apreciada por los evolucionistas: “No importa cuan grande sea el ambiente que
uno considere: la vida no puede tener un comienzo al azar. Aunque tengamos
tropas de monos escribiendo al azar en un teclado, los monos no podrán producir
las obras de Shakespeare por la razón práctica de que todo el universo
observable no es suficientemente grande para contener las hordas necesarias de
monos, los teclados requeridos, y de seguro las cestas de basura requeridas
para la deposición de los intentos… equivocados.
Lo mismo aplica para los materiales vivos.”
La evolución sugiere por si misma, una teoría sin evidencias comprobadas
que la respalden científicamente, pero los hombres han hecho y harán lo
imposible para demostrar lo contrario. Es hora de enfrentar entonces la gran
pregunta: ¿Estaría a si misma respaldada científicamente
la teoría de la existencia de un Creador universal que inteligentemente formó
toda vida?
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