La sorprendente capacidad del cerebro humano
Por JtvLion:
¿Son capaces los
computadores mas avanzados de nuestros tiempos actuales alcanzar la complejidad
espléndida y el grado de habilidad y destreza magistral que esta apto para
lograr el procesamiento de nuestro cerebro?
Sostuve, por
estos días, un amistoso debate con dos de mis amigos más cercanos acerca de la
siempre candente polémica relacionada con la capacidad de procesamiento de los
procesadores electrónicos más modernos y la siempre respaldada afirmación de la
pretensión de estos para superar los procesos mas elaborados en el cerebro
humano. Por una parte, mis amigos sostenían la versión bastante tradicional de
que la tecnología más sofisticada de nuestros días en el siglo XXI va rumbo a
desarrollar progresos jamás imaginados por nadie, con el vertiginoso
perfeccionamiento de los complejos
estructurales más desarrollados con los que cuenta la tecnología de punta de
nuestros días. Mientras que por otra parte, considerábamos el hecho como una
discusión que no iría a ningún lugar, ya que no existe posibilidad alguna de
que estos avances que en la actualidad se suceden casi a diario, a una
velocidad asombrosa, pasmando al mundo en cada creación o invención, no hay
duda de que es el hombre, o llamémoslo caprichosamente “el cerebro detrás del hombre”,
quien hace posible que este desarrollo científico tenga lugar después de todo.
Pero, ¿como
funcionaria el cerebro de un músico o de un bailarín? ¿Como coordina el cerebro
de un pianista, por ejemplo, todo el compuesto sistémico de cosas necesarias
para lograr la ejecución de una sinfonía? O ¿como se procesa la información
necesaria para interpretar un Pas de deux
mientras se ensamblan armoniosamente oído, músculos, técnica aprendida y
cadencia? Así que asumí, como tema a seguir, la maravillosa capacidad de
procesamiento y aprendizaje que posee el cerebro humano al que podríamos
definir como el decano rector a partir
del cual acontecen extraordinariamente las distintas funciones fisiológicas
propias del metabolismo, y cuya grandeza no podría afirmar simplemente como un
hecho que haya evolucionado al azar, pero también aquellas que propiamente
establece la diferencia entre los animales y nosotros: Nuestra capacidad
intelectual y espiritual. Finalmente, les dejo a ustedes conservar la opinión
que crean la más conveniente.
El cerebro
procesa la información sensorial, controla y coordina el movimiento, el
comportamiento y puede llegar a dar prioridad a las funciones corporales involuntarias,
como los latidos del corazón, la presión sanguínea, el balance de fluidos y la
temperatura corporal. Aunque el encargado de llevar el proceso automático es el
bulbo raquídeo, es el cerebro o encéfalo el responsable directo de la cognición
(lo cual no es otra cosa que el procesamiento de información a través de la
experiencia), las emociones, la memoria y el aprendizaje.
La capacidad de
procesamiento y almacenamiento de un cerebro humano estándar supera aun a los
mejores computadores hoy en día. Por esa razón, existe la tendencia a comparar
al cerebro con las construcciones electrónicas del hombre. La compañía de Laboratorios
de Tecnología Avanzada de la Corporación RCA ofrece estas comparaciones, según
se publicaron en la revista Business Week:
Aun así, con toda la tecnología humana existente, el cerebro humano todavía
tiene una capacidad 10 veces mayor que lo que está almacenado en los Archivos
Nacionales de Estados Unidos, 500 veces mayor que un sistema de memoria de un
ordenador avanzado y 10.000 veces mayor que lo que está registrado en la Encyclopedia Britannica.
Para ilustrar lo
que quiero decir, podemos establecer una comparación con las computadoras
actuales. El cerebro humano está formado por unos 10 a 15 mil millones de
neuronas, cada una de las cuales se interconecta con otras por un número de
sinapsis que va de varios centenares a más de 20,000, formando una red
estructural que es unas 1000 veces más compleja que la red telefónica mundial. Agreguemos
que el cerebro puede procesar datos a la velocidad de la luz. Sólo necesita ¼
de segundo para percibir las miles de características de un objeto. (Visión
fotográfica) pero la clave del éxito no está únicamente en la velocidad
procesadora sino en la selección de datos valiosos. Cada neurona crea unas 1,000
conexiones con otras neuronas, lo que asciende a más de un billón de
conexiones. Si cada neurona sólo puede almacenar un solo recuerdo, la falta de
espacio sería un problema. Andaríamos sólo con unos cuantos gigabytes de
espacio de almacenamiento, similar al espacio de un iPod o de una unidad flash
USB. Sin embargo, las neuronas se combinan de modo que cada una contribuye con
muchos recuerdos a la vez, aumentando de manera exponencial la capacidad de
almacenamiento del cerebro a algo más cercano a 2,5 petabytes (1 Pb= 1 millón
de gigabytes). Por comparación, si su cerebro funcionara como un grabador de
vídeo digital de un televisor, los 2,5 petabytes serían suficientes para almacenar
tres millones de horas de programas de televisión. Vamos, que tendríamos que
dejar el televisor funcionando continuamente durante más de 300 años para
agotar todo lo almacenado.
La capacidad de almacenamiento del cerebro para memorizar es difícil de
calcular de manera exacta. En primer lugar, no sabemos cómo medir el tamaño de
una memoria. En segundo lugar, ciertos recuerdos participan de más detalles y,
por tanto ocupan más espacio, y otros recuerdos se olvidan, así que liberan
espacio. Además, también hay alguna información que simplemente no vale la pena
recordar.
Puede que las
ingenierías humanas no tardarían en fabricar aparatos que superen con creces
los recursos de velocidad y almacenamiento cerebral, pero lo que aun quedaría
muy lejos sería dotar a lo construido de la facultad de adaptarse al medio
usando recursos naturales por su elección y autonomía, manteniendo al mismo tiempo
los recursos de velocidad y almacenamiento. Lo verdaderamente interesante sería
saber el costo energético que se necesitará para sostener dicha técnica.
El cerebro
produce más de 4,000 millones de impulsos por segundo (la computadora más
sofisticada apenas produce 80 millones por segundo) La velocidad de
procesamiento de información del sistema nervioso subconsciente supera lo
imaginable; es de uno a diez millones de bits (unidades de información) por
segundo, lo cual equivale a procesar un libro de 500 páginas por segundo. Este
poder gigantesco está ahí, en tu cerebro esperando que se den las condiciones
apropiadas para entrar en acción. El cerebro es la “máquina” más perfecta y
compleja. Cada neurona posee miles de receptores y transmisores. Estas células
son capaces de procesar hasta 200.000 millones de bits de información por
segundo.
La música, la danza y el cerebro:
Visualicemos por
un momento a un pianista ejecutando una pieza musical. La capacidad
extraordinaria del cerebro para leer el pentagrama a través de los ojos, identificar
los sonidos en el papel y la tecla del piano que le corresponde a cada nota,
establecer la altura, tonalidad y potencia, elaborar los movimientos que
trasmitirá a los dedos y luego ejecutar magistralmente la pieza de manera
integral y armónica, siguiendo los tonos melódicos y congruentes de acuerdo a
lo que esta escrito. Mientras escuchamos la música y visualizamos la lectura
musical se activan diversos centros repartidos por el cerebro incluidos centros
que están involucrados en otro tipo de cognición. Estas zonas activas o centros
varían según la experiencia y formación musical de cada persona. El oído cuenta
con menos células sensoriales (3,500 células ciliares internas) que otros
órganos sensoriales. El ojo, por su parte posee 100 millones de fotorreceptores.
De ahí que nuestra respuesta a la música sea extraordinariamente adaptable,
pero se necesitan horas de entrenamiento para modificarla.
Hasta la
utilización de las técnicas de estudio por imágenes se obtenía información del
cerebro mediante el estudio de pacientes que hubieran sufrido lesiones
cerebrales. En 1933 el músico Maurice Ravel comenzó a presentar síntomas de
isquemia cerebral (una atrofia que afecta áreas concretas del cerebro). Sus
capacidades conceptuales permanecían intactas: podía oír, recordar sus antiguas
composiciones y tocar escalas pero era incapaz de escribir música. En esos
momentos el músico planeaba componer la ópera “Jeanne d’ Arc” y manifestaba “… la ópera está aquí, en mi cabeza. La oigo
pero nunca la escribiré. Se ha terminado. Ya no puedo escribir mi música”.
Ravel murió 4 años más tarde tras una intervención neuroquirúrgica.
Una de las mayores cualidades de
los grandes intérpretes mundiales del ballet es que al bailar parecen flotar
sobre la música, en una fusión perfecta que depende del trabajo cerebral
llevado al extremo, pues exige planear una secuencia de movimientos, integrar
la información auditiva, activar la memoria de largo y corto plazos, pero
también expresar sentimiento, es decir, traducir el movimiento en arte. Además
de tener un cuerpo delgado, fuerte y flexible, el buen bailarín debe ser una
persona inteligente, con un desarrollo neuropsicológico óptimo.
La doctora María Corsi Cabrera,
catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), quien además de practicar danza clásica estudia ese arte a
partir de la neuropsicología, afirma: “Me
atrevería a decir que no hay una actividad que estimule el cerebro de manera
más completa que el ballet. Un pianista, por ejemplo, utiliza sólo las manos
para ejecutar su instrumento, mientras que el bailarín requiere de todo el
cuerpo, ése es su instrumento, el cual tiene que aprender a mover con
conocimiento de causa para proyectar en los espectadores la sensación que desea
transmitir”, afirmó.
Asimismo, se puede decir que es
un acto desarrollado, porque bailar involucra muchas funciones del sistema
nervioso, cuyo trabajo es decisivo en el control de los variados y complejos
movimientos corporales que requiere la danza. El ballet es un arte que
involucra la atención, la memoria, la voluntad, la sensibilidad, la emoción, y
muchas modalidades sensoriales además del movimiento.
Por ejemplo, planear un
movimiento danzario como un Grand Jeté implica conocer la distancia
del recorrido, el tiempo, la fuerza, la aceleración y la altura requeridos, así
como la correcta posición de cabeza, brazos y piernas. Además, en la corteza
motora frontal ya está representado otro mapa, por medio del cual el cerebro
sabe qué músculo tiene que entrar en acción. La orden para realizar esto sale
de una región anterior: la premotora;
además, el lóbulo frontal tiene la tarea de monitorear y verificar que dicha
orden se haya cumplido correctamente. Como puede verse, el trabajo cerebral es
intenso y constante, A esa planeación de secuencias que acaban siendo armónicas, el neurólogo ruso
Alexander Luria, autor del imprescindible libro El cerebro en acción,
llamó melodías cinéticas, las cuales en
la danza –agregó la doctora María Corsi– son llevadas al extremo, porque no son bruscas, como en una marcha,
sino suaves y melodiosas”.
“Una vez que el cuerpo se mueve al bailar, es necesario aprender esos
desplazamientos, para lo cual entra en acción la memoria de largo plazo, donde
quedarán grabados los pasos de ballet, para hacer un concierto con el cuerpo.
Este aprendizaje es apoyado por la llamada memoria de trabajo, que es la
capacidad del cerebro para guardar la información por periodos breves.”
“Se piensa que bailar clásico es muy fácil. Lo maravilloso de este trabajo
es precisamente la apariencia de sencillez y naturalidad que proyecta el
bailarín al ejecutar sus movimientos, pero eso sólo es posible cuando se
alcanza el dominio de esos procesos cerebrales y de la técnica.”
Nadie
sabe realmente como nuestro maravilloso cerebro descifra con pasmosa eficacia
el raudal de señales que le envían los órganos a través de los nervios y las
vincula con los datos almacenados en la memoria. Nadie tampoco sabe como el
cerebro siente, o ve, o huele u oye. Los científicos están perplejos. Pero una
cosa es cierta: Como las computadoras digitales están siendo usadas para
simular el procesamiento de la información en el cerebro, las máquinas que son
un modelo cercano del cerebro, más que simularlo, sustituyen los mecanismos
físicos para los cálculos lógicos y matemáticos de la computación. Pero, “el cerebro
detrás del hombre” es quien todavía se robará los aplausos.
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