Ciencia o Religion: ¿quièn tiene la razón?
“…El hombre ha encontrado a Dios en cada puerta
que ha logrado abrir…”
Albert Einstein.
¿Quienes somos? ¿De
donde venimos? ¿Que es el universo y como se origino? ¿De donde proviene
nuestra Tierra? Estas y otras muchas preguntas que desde tiempo inmemoriales
nos estados haciendo son algunas de las interrogantes por la que hemos tratado
de encontrar un explicación lógica y creíble, pero al mismo tiempo determinante
ya sea a través de la religión y el ejercicio de la fe o mediante la
adquisición de conocimientos basados en estudios e investigaciones que
obtenemos mediante el estudio científico.
Miles de años
atrás, cuando la ciencia prácticamente estaba en pañales y los conocimientos
científicos con los que contaba el mundo antiguo eran muy primitivos, el hombre,
en su búsqueda incesante por explicarse el mundo que le rodeaba, se apoyo mucho
en las creencias, llámese religiosas o mitológicas o bíblicas. La explicación
sobrenatural atribuida a un ser supremo e inteligente, creador de todas las
formas de vida y de todas las cosas, fue, es y creo que aun será la piedra
angular donde se sostiene la religión, un sistemas compartido de creencias y
prácticas asociadas, que se articula en torno a la naturaleza de las fuerzas
que configuran el destino de los seres humanos. Resulta especialmente complejo
ofrecer una definición exacta de la religión o del fenómeno religioso. Sin
embargo, se puede afirmar que, como hecho antropológico, abarca elementos tales como tradiciones,
culturas antiguas, ancestros, instituciones, escrituras, historia, mitología,
fe y credos.
De modo tal, la
religión intenta dar respuesta a los grandes enigmas de nuestra existencia
mediante dogmas y creencias intentando proveer de sentido común la vida de
aquellos que son creyentes. Por algún motivo, los seres humanos han tratado de
adquirir conocimiento en aspectos tan polémicos como el origen de la vida, en
primer lugar, el origen del bien y del mal, por que morimos o simplemente el
camino que nos pueda conducir a la felicidad, por lo que en algún momento, se
dice que comenzó a crear sus propias “divinidades”, cada una con un propósito
propiamente definido, lo que le brindo en aquel entonces una explicación
coherente para esclarecer las incógnitas
de aquel mundo inexplicable.
No obstante, la
creencia más universal que sostiene la existencia de un dios único,
todopoderoso y omnipresente es la que por regla general se opone directamente a
los designios o teorías elaborados por los científicos en algún momento
histórico hasta la actualidad y cuya esencia se basa principalmente en los
relatos bíblicos del Génesis en los que se narra el
origen de los cielos y la Tierra, del ser humano y de los demás seres vivos bajo
la supervisión directa de Dios. Mientras que una buena porción de la humanidad
considera la Biblia como el resultado del espíritu santo de Dios derramado
divinamente sobre los hombres de la antigüedad que la escribieron para dar
testimonio vivo de los acontecimientos más importantes de aquella época, otra
parte significativa contradice este hecho considerando que no se basa en
procedimientos científicos, por cuanto
aseguran que la religión pertenece al ámbito de la fe y que por lo tanto
no puede explicar de forma razonable los procesos particulares que han dado
lugar a las distintas especies y al universo en su conjunto.
Los científicos,
por su parte, afirman que en muchas ocasiones se ha cometido el error, desde la
religión, de pretender encontrar respuestas científicas basadas en cuestiones
de fe, lo cual ha llevado a actuaciones muy lamentables e inaceptables como
sucedió, por ejemplo, con Galileo Galilei, al que obligaron a retractarse de su
defensa de que el Sol era el centro del sistema solar y no la Tierra o con los
ataques proferidos al propio Darwin y sus partidarios en el s. XIX, cuando
publicaron su teoría del origen de la especies por selección natural. Según
ellos, no puede concebirse la Biblia, ni ningún otro libro sagrado como fuentes
de conocimiento científico ya que, aunque son libros religiosos en los que se
fundamenta la fe de muchas personas y que por ello, han de ser respetados, no
acumula eventos o sucesos suficientemente comprobados como para tener la
autoridad necesaria para ser considerado creíble.
Como quiera que entre la Iglesia, cuyos argumentos
anticientíficos, han sido impuestos durante generaciones enteras desde los
albores de la historia hasta la era moderna, lógicamente como una manera de
conservar su preponderancia y el avance científico, mucho mas notable e
incontenible justo a partir del momento en que se produce la primera revolución
industrial, entre los siglos XIII y XIX, ha existido un conflicto sin tregua,
dada la característica intrínseca de cada cual de oponer sus diferentes puntos
de vista apoyado por una parte, en la tradición religiosa y la enseñanza del
conocimiento teocrático de la Iglesia y sus aliados y por la otra: en la
incansable capacidad de búsqueda, comprobación verídica de sus investigaciones
y la exposición autentica de los descubrimientos mas contundentes alcanzado por
la ciencia en nuestros días.
Para terminar,
veamos, por ejemplo que hoy en día existe un creciente materialismo que parece estar arrasando el mundo. Hasta las naciones subdesarrolladas y económicamente deprimidas parecen evaluar el éxito y la felicidad desde el punto de vista de
la riqueza y la codicia, es decir, que el amor a las posesiones materiales es lo que representa
el sueño de muchos. Esto es una carencia que tiene la ciencia frente a la religión, si
tomamos en consideración que esta cubre aspectos espirituales de la vida de las
personas que no puede resolver la ciencia.
A mi entender, la
religión debería pertenecer más al ámbito de la acción práctica que del
conocimiento teórico, propiciando el entendimiento, la tolerancia y solidaridad
entre las personas, aunque éstas pertenezcan a distintos credos. La ciencia y la religión deben contar con sus espacios
de actuación, sin pretender colonizar o inmiscuirse en campos que no les
corresponden. No podemos olvidar de ninguna manera que desde la Iglesia también
se ha fomentado el desarrollo y la transmisión de la ciencia y la cultura en
general, por lo que es justo afirmar que de la unión entre religión y ciencia
también se han generado buenos frutos.
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