Los Miami Marlins no se merecen un dueño como Jeffrey Loria


Por JtvLion:

Los Miami Marlins volvieron a tener otra campaña
para el olvido     (picture/e-merci.org)
Ya comenzaron a barrer la casa. Como siempre lo han hecho. Los Miami Marlins jamás volverán a ser un equipo contendor. No mientras el señor Jeffrey Loria sea su propietario y su yerno-compinche David Samson su mano derecha.

Y es decepcionante para el fanático del sur de la Florida que languidece esperando ver a un equipo que traiga más victorias que derrotas; o para decirlo de mejor manera, aunque suene vulgar: ¡Apestan! Mientras la camarilla mercantilista que dirige al equipo sea quien manipule los hilos con que se mueven las marionetas de  la franquicia, habrá muchos que, como yo, ya no los siga, si bien me indigna la mediocridad usurera de tales dirigentes que con falsas promesas de conformar un conjunto contendiente han endeudado a una ciudad incauta que pagara por muchos años con dólares contantes y sonantes la ingenuidad de proporcionarles a tales personajes el financiamiento para un estadio -por cierto que es una joya arquitectónica- y que, por añadidura, no se merecen en lo absoluto.

La historia se repite… otra vez. Y me pregunto cuantas veces mas tendremos que oír el mismo disco rayado. El hecho de que no nos haya sorprendido, no es motivo para que no sea irritante.  Ya conocemos las historias de Miguel Cabrera, hoy flamante conquistador de la Triple Corona de Bateo, una hazana que no se lograba hace 46 años y que fuera un miembro del equipo en sus inicios en las Grandes Ligas; o Josh Beckett, o Adrián González, o Juan Pierre, o Jason Vargas. O en su momento lo fueron Iván “Pudge” Rodríguez –un futuro integrante de Cooperstown-  Paúl loDuca, Carlos Delgado y Mike Lowell. Todos ellos exitosos en las plantillas a las que fueron cedidos, vendidos o canjeados. Ya conocemos como no supieron retener en la libre agencia ni a Albert Pujols, ni a C.J. Wilson y Yoenis Céspedes, que no quería ir a otro lugar fuera de Miami, de repente y coomo por arte de magia, aparece contratado por los Atléticos de Oakland. Ya lo vimos con Aníbal Sánchez y Omar Infante. Ya conocemos también la historia de Joe Girardi –Mejor Manager del Año mientras dirigía a los Marlins- y paradójicamente despedido posteriormente por probablemente algún encontronazo personal con el alto mando sin importancia que prevaleció por encima de los intereses del equipo; y Fredy González, por lo mismo: los únicos dos managers que han logrado temporadas ganadoras con un equipo de Grandes Ligas con un presupuesto bochornoso.

Tengan en cuenta que en un plazo de 4 años, Loria despidió a dos managers reconocidos como los mejores de la MLB por estar en la cima de su desempeño dirigiendo a un mismo equipo y que tanto Girardi, como González han pasado a cultivar los éxitos de que son merecedores con los Yankees y los Bravos, respectivamente. Y es irritante, porque ante todo, hay toda una fanaticada en el sur de la Florida que apoya al equipo, sin importarles las maquiavélicas maniobras ocultas en las que se desarrollan las acciones de la dirigencia y aun cuando parece una novena de liga menor, pero todavía un equipo incompetente, todavía acuden al estadio a ver sus juegos, ganen o pierdan. O mejor dicho: ¿pierdan o pierdan?

Para que tengan una idea de la prepotencia y arrogancia de Loria, nada mas vean lo insolente de la forma en la que han hecho publica su decisión de despedir a Ozzie Guillen –punto y aparte para el verdadero chivo expiatorio de los dolores de cabeza de los peces- en pleno desarrollo de la postemporada, ya metida en la Serie Mundial. Con esos truenos… no hay quien duerma. Vamos a ver que dice el comisionado de la MLB al respecto. Pero, lo que si veo casi seguro que suceda es que, tanto los peloteros como el personal técnico, ya sean coaches, entrenadores, preparadores físicos no quieren ni por asomo oír del infierno que es “The Franquise”, donde por la santa y regalada voluntad del dueño y comparsa  no tienes la estabilidad que ofrece un contrato garantizado, porque como mismo te contratan, así  mismo te despiden, ni la ilusión de pertenecer y ser leal a una franquicia respetable. Aquí no existe la lealtad, porque no te dan oportunidad de probarla. Como dijo Fredy: “No existe manager ni vivo ni muerto que sea suficientemente bueno para el Sr. Loria. Ni Connie Mack. Nadie”. Así de sencillo. Sus palabras lo dicen todo.

Ya despidieron a Ozzie Guillen... ¿Quien sera el
proximo?
A Ozzie, -un latino que, para aquellos que no lo recuerdan, ya estuvo en aquellos Marlins campeones del 2003 y en los Medias Blancas campeones mundiales del 2005 y que trajo o medió en la adquisición de Buerhle, Zambrano y Reyes y que le hicieron la vida un verdadero calvario desde aquellas declaraciones relativas a Castro. Como mismo están aquellos que lo que desean es ver buen béisbol, sin importarles nada mas, están también los otros que, lejos de gustarle la pelota, andan cabildeando y escudándose en su patriotismo barato para dar rienda suelta a la impotencia reprimida e incapacidad acumuladas durante tantos años de dictadura y entorpecer lerdamente el derecho inalienable de la libre expresión, aludiendo a sentimientos muy arraigados que intentaron –y de hecho, consiguieron en parte- poner la cabeza de Guillen en la picota e imponer desde bien temprano el destino de los Marlins. No importo la disculpa pública ni la suspensión subsiguiente. Ya Ozzie Guillen estaba condenado y convicto.

Luego, tenemos la caída de brazos, la abdicación y la renuncia temprana de unos cuantos integrantes del plantel que no son ni serán peloteros jamás. Jugadores que, ya sea por la presión de estar en un equipo insignificante o porque sencillamente no poseen la calidad necesaria para jugar en la Gran Carpa, no producen lo que se espera de ellos o por lo menos lo que muchos esperaban. Por este motivo, entre otros, se deshicieron del cáncer tan dañino que fue Hanley Ramírez para el equipo, el cual llevo su ego, su petulancia y su bajo rendimiento a unos L.A. Dodgers que terminaron por hundirse en la lucha por un boleto a los playoff. Sin embargo, los encargados de velar por reclutar el talento necesario no tienen tampoco la visión  y –yo diría- que la voluntad para vislumbrar el talento innato, el diamante en bruto, ese que hay que pulir y preparar para que se desarrolle a plenitud. Se encaprichan en jugadores que no tienen nada que ofrecer y a esos –como son baratos- los conservan. Cuando peloteros de la talla de Giancarlo Stanton o Josh Johnson, comienzan a explotar sus habilidades naturales, a desarrollarse y a distinguirse al nivel de la elite, entonces, en vez de otorgarle un contrato multianual para retenerlos y comenzar a construir un equipo competidor, ya comienzan a contemplar el momento de deshacerse de ellos.

Quienes tengan buena memoria recordaran con seguridad al equipo sotanero que fueron los Expos de Montreal en los años que Jeffrey Loria era su dueño. No veo como pueden sorprenderse de que los Miami Marlins no lo sean también mientras estén bajo la batuta de su maestro de ceremonias. Todo en ese equipo pasa bajo su supervisión y como un sujeto engreído que es mete sus narices en todo asunto del que no sabe absolutamente nada. Ya ven como el diseño horrible del uniforme de los Marlins fue su idea. Y la “monstruosidad” del jardín central –tan odiada por los fans y la gente del béisbol- que celebra los jonrones del equipo, también. Y ya se ha venido hablando, mucho antes de que terminara la temporada regular, de que despedirán a Larry Beinfest, el gerente general de operaciones y el artífice principal de adquirir las piezas vitales de aquel equipo de los peces que gano la Serie Mundial del 2003. Nada, que la ineptitud de Loria entre los propietarios de las Grandes Ligas no tiene rival y ya se va haciendo costumbre –hay que ser ciego para no verlo- que a diferencia del rey Midas, todo lo que Loria toca se convierte en otra cosa que no es precisamente oro.

Ver para creer. Los Marlins de Miami, son solo un peldaño para los propósitos de lucro y beneficio exclusivos de Mr. Loria y compañía que no saben absolutamente nada de béisbol pero si mucho –pueden apostar por ello-de cómo hacer negocios a costa de la expectativa de los fanáticos que sueñan con su equipo en la postemporada, la ilusión de los crédulos que no conocen sus artimañas, la ingenuidad de los políticos que le propiciaron el estadio y el talento de varios jugadores que, después de todo, han tenido la suerte de tener en sus filas. Ahora andan buscando al manager número 8 en un periodo de 10 años. Justo el tiempo que Loria ha tenido al equipo. Pero, creo que ya nadie quiere estar en un lugar donde hay una tiranía injusta y despiadada. Ni técnicos, ni directores, ni jugadores. Lo que quiere casi todo el mundo es que el Sr. Loria simplemente desaparezca del mapa. Y para un hombre que ha hecho de un equipo de la MLB un proyecto de reconstrucción anual el mejor movimiento que podría hacer es eliminarse a si mismo del panorama y esfumarse lo mas rápido que pueda. Con toda honestidad, Jeffrey Loria no se merece adueñar una franquicia de Grandes Ligas y el público aficionado del sur de la Florida no se merece tener un equipo como los Marlins de Miami.

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