Cooperstown y la hipocresía de las Grandes Ligas (I parte)
Por Jorge Lion:
De izquierda a derecha: Barry Bonds, Roger Clemens, Rafael Palmeiro y Sammy Sosa |
- Barry Bonds: líder absoluto en jonrones conectados en las Grandes ligas; cantidad: 756. Record de jonrones conectados en una misma temporada: 73; 7 Premios MVP, incluidos 4 consecutivamente; único jugador en la historia de las Grandes Ligas en conectar 500 jonrones y robar más de 500 bases…
- Roger Clemens: 7 Premios “Cy Young”, ganados a lo largo de
toda su carrera. 2 Triple Coronas de Pitcheo. Único jugador en ponchar 20
jugadores en un partido de 9 entradas, DOS veces; 354 victorias, 3.12
promedio de carreras limpias permitidas (ERA), y 4,672 ponches, la tercera
más alta de todos los tiempos; 11 veces All-Star.
- Rafael Palmeiro: 288 AVE, 3,020 hits,
569 jonrones, 1,835 Carreras Impulsadas; único entre otros 3 jugadores
(Hank Aaron, Willie Mays y Eddie Murray) en conectar mas de 3,000 hits y
500 jonrones en la historia de las GL. 4 veces All-Star y 3 Premios
Guantes de Oros ganados.
- Sammy Sosa: Único jugador en la
historia de las GL en conectar más de 60 jonrones en 3 temporadas regulares
consecutivas. 5to. jugador en la historia en lograr 600 jonrones o más en
GL. 7 veces All-Star; 6 veces ganador del “Bate de Plata”. Es el lider entre los peloteros latinos (no
nacidos en EE UU) con más jonrones conectados en GL.
La mancha en la
pureza de las Grandes Ligas. La trampa en el Fair Play, La vergüenza para las venideras generaciones de
peloteros. El chivo expiatorio del comisionado, de toda la dirigencia de las Ligas Mayores, las
asociaciones de Peloteros y los cronistas de la BBWAA, que no escatimaron
recursos “dudosos” con tal de sacar adelante la debacle en la que se hundió el
béisbol después de la huelga de 1994. Cuatro años de poca asistencia a los
estadios, preferencia de los aficionados por la NFL y la NBA, pérdidas económicas
que ya no podían seguir permitiéndose.
Ya era demasiado.
Y entonces… llegó
el año 1998.
Es en esa
temporada que Sammy Sosa, junto a Mark McGwire, protagonizaron una de las
competencias más emocionantes e inolvidables en la historia de todos los
deportes a nivel mundial.
Mark McGwire |
Durante 37 años
ningún jugador había podido alcanzar la marca de 61 cuadrangulares que Roger
Maris estableció en 1961. Pero ese año, Sosa y McGwire, envueltos ambos en una
memorable campaña, pulverizaron esa marca y compitieron hasta el final para
determinar quien se quedaba con el récord. McGwire alcanzo finalmente 70
jonrones (record) y Sosa disparo 66 lo que, definitivamente, ayudó a levantar
la imagen de las Grandes Ligas y recuperar la aficion que ya estaba perdiendose irremediablemente.
Nadie les señaló
con el dedo acusador. Nadie se atrevió a socavar la legitimidad de la
competencia. Todos estaban felices. Los estadios se abarrotaron de nuevo. Las
ganancias económicas fueron históricas. El béisbol había resurgido de sus
cenizas para ocupar el lugar de preferencia que siempre tuvo. Se había logrado
salvar el béisbol de las Grandes Ligas para siempre.
En el año 2001,
Barry Bonds, en otra impresionante temporada que acaparo la atención en casi
todo el mundo aficionado al béisbol, rompió la marca de McGwire para fijarla
posteriormente en 73 jonrones conectados en una temporada regular. Record que
aun se mantiene vigente. Es béisbol de Grandes Ligas estaba otra vez, sin
dudas, en el lugar que le correspondía en la preferencia del publico.
Pero, eso tendría
un costo.
El fantasma de
los esteroides apareció, cuando José Canseco publicó “Juiced: Wild Times,
Rampant 'Roids, Smash Hits & How Baseball Got Big”, donde denuncia que la vasta mayoría de los
jugadores de Grandes Ligas usaron esteroides en la época que comprendía los
años desde 1996 hasta 2004. A decir verdad, Canseco admite que el… ¡90%! de los
jugadores de GL usaron esteroides en esa época y no hay que adivinar que contó también
con el consentimiento y anuencia del comisionado, el beneplácito de la
asociación de Peloteros y… la hipócrita complicidad de los cronistas de la
BBWAA (Asociación de Escritores de Béisbol de Estados Unidos) Si, esos mismos
que ahora le niegan el voto a estos mismos peloteros que rescataron al béisbol
del abismo a integrar el Salón de la Fama en Copperstown.
Jose Canseco |
Siempre estaré en contra de la trampa, la mentira o el engaño. El hecho
de que un jugador consuma substancias para mejorar el rendimiento, intentando
tomar ventaja sobre aquellos que no lo hacen, es deshonesto e indecente. Que
algunos que compiten honestamente apoyándose solamente en su talento natural,
condiciones físicas y atributos técnicos aprendidos en el entrenamiento estén
en desventaja contra aquellos que bajo las mismas circunstancias y poseedores
de condiciones atléticas similares, acudan entonces a los esteroides para realzar sus facultades deportivas parece algo
terriblemente injusto. Pero, que quienes son los encargados de mantener la
integridad y pureza del deporte se hagan los de la vista gorda porque el
béisbol esta en desgracia –lo que se traduce en perdidas millonarias- y accedan
a permitir el uso de sustancias –llámese anabolizantes, esteroides, HGH
(hormona del crecimiento humano) o drogas sintéticas que aumentan el
rendimiento- es una idea repugnante. Estos que, siguiendo una política de
“limpieza” ocurrida alrededor del año 2005, cuando se creó el reglamento que
sanciona a todo aquel que sea encontrado positivo al uso de sustancias
prohibidas, resulta que proclaman que no
solo no son dignos de ser votados estos peloteros que marcaron toda una
generación, sino también que consideran muy difícil –si no imposible- que
alcancen alguna vez el 75% de los votos para ser inducidos o incluso,
mantenerse elegibles (menos del 5% de los votos) durante los siguientes 14 años
que pueden estar en la boleta.
Esto es peor. Es escandaloso.
Ni Bug Selig, ni la asociación de Peloteros, ni la BBWAA, hicieron algo
para detener esto. De hecho, según el informe Mitchell, 89 peloteros fueron
nombrados como que alguna vez usaron sustancias prohibidas, en una época en que
no estaban prohibidas estas sustancias, aunque si éticamente cuestionables. Sin
embargo, ¿por que no se sacaron a la luz estos 89 nombres? ¿Que oculta,
realmente la organización? Solo unos pocos han sido revelados, incluso cuando
se afirmó que no se revelarían por cuestiones de ética y confidencialidad. ¿Qué
hay del resto? ¿Es que existe alguien o algunos, figuras icónicas y
emblemáticas que estarían a las puertas de Copperstown, y seria funesto revelar
su identidad hasta el punto que la sombra que dejaría crearía un precedente tan
funesto que sería irreversible? ¿Será que hay otros que ya están en Copperstown
y revelar sus nombres constituiría el deshonor y la ignominia del Templo de los
Inmortales? A esta generación también pertenecieron Tony Gwynn, Ricky Henderson
y Cal Ripken, por ejemplo, ya exaltados, pero también Deter Jeter y Mariano
Rivera y Gregg Madux, cuyas carreras son dignas del mayor respeto y no es mi
intención poner para nada a estas leyendas en el ojo de la tormenta; no estoy
insinuando nada.
Pero… ¿Que pasaría si estos nombres están en el informe Mitchell? El
golpe seria tan demoledor como un tiro de gracia.
Una cosa es cierta. Esta generación, quiéranlo o no, salvaron el
béisbol. Tal vez no escogieron la mejor manera para hacerlo. Pero, ellos rescataron el gran espectáculo y trajeron de vuelta la pasión y
la afición por un deporte que palidecía en los parques vacíos. No hay duda de
eso. Y todos lo sabían. Es el precio que pagaron para de ser usados por los poderosos a fin de resguardar intereses poderosos. Y
ahora, son excluidos. Descartados. Condenados por la hipocresía y el cinismo de
los que los aplaudieron una vez.
Continuará…
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