Cooperstown y la hipocresía de las Grandes Ligas (final)
Por Jorge Lion:
"…Preservar la historia, honrar la excelencia, conectar generaciones…"
Lema
del Salón de la Fama
del Béisbol en Cooperstown, NY.
Greg Maddux y Tom Glavine |
Las Grandes Ligas
ocultaron durante años que se consumía esteroides, anabolizantes y todo lo
demás, porque consideraba los jonrones en grandes cantidades un poderoso
vehículo para vender más boletos y para aumentar los precios de los derechos de
la televisión. Es decir, ellos también fueron cómplices de supuestos usuarios
como Bonds, Clemens, y McGwire.
Es una historia
novelesca; si, quizás, pero lamentablemente muy cierta y tan peligrosa como el
fantasma que rondara por mucho tiempo las tribulaciones de Lance Armstrong.
El Salón de la
Fama no es un santuario. No fue concebido para albergar a los santos, sino para
acoger a aquellos peloteros que por su trayectoria, excelencia e “integridad”
concurran como “elegibles” para ser exaltados. En cambio, no todos los
peloteros que han sido inducidos al precinto, no han sido abanderados de la
excelencia deportiva ni muchos menos todo lo “íntegros” que en estos días exige
el decadente comité de cronistas deportivos encargados de llevar a cabo la votación.
Esos mismos que se han auto-investido como “jueces”, implacables defensores de
un puritanismo que no existe y armados de un doble rasero, una doble moral, que
–claro esta- los convierte en votantes parcialistas, hipócritas que dictan
sentencia por supuestas malas conductas, mientras que el registro de los
jugadores continua de manera oficial en los libros de la MLB.
Babe Ruth, podrá
ser todo un icono de generaciones, pero también era muy dado a las borracheras,
las mujeres y a una vida algo desordenada. Pero sus estadísticas están ahí;
suficientes para ser elegido la primera vez que se eligió a los primeros 5
inducidos.
Rogers Hornsby |
Roger Hornsby,
otro exaltado, tuvo serias complicaciones por su adicción al juego y a las
apuestas en las carreras de caballo que lo metieron en problemas de deudas.
También, fue acusado de evadir el pago de impuestos federales, así como estar
involucrado en un caso sospechoso de homicidio, por el que nunca fue convicto.
La carrera
deportiva de Ty Cobb, “The Georgia
Peach”, uno de los 5 primeros inducidos al Templo de los Inmortales, junto a
Babe Ruth, Honus Wagner, Christy Mathewson y Walter Johnson, ha
estado por mucho tiempo eclipsada por su mala reputación, temperamento y
agresividad. Cobb se vio involucrado en numerosas peleas, tanto dentro como
fuera del terreno de juego, y en varias arengas llenas de blasfemias. Por
ejemplo, Cobb y el árbitro Billy Evans acordaron arreglar a golpes sus
diferencias respecto a una decisión de Evans durante un encuentro, siendo
llevados bajo las graderías después del juego, los miembros de ambos equipos
presenciando la riña, la cual acabó al ser separados. Para entonces Cobb ya
había golpeado a Evans, tumbándolo, y había comenzado a estrangularlo. En
alguna ocasión abofeteó a un operador de elevadores negro por ser
"presuntuoso”. Cuando un vigilante nocturno intervino, Cobb sacó una
navaja y lo apuñaló (el asunto fue posteriormente arreglado fuera de
tribunales).
Los tres son
miembros del Salón de la Fama. No cabe la menor duda de que sus números a lo
largo de sus respectivas carreras son, por si mismos, tan sobresalientes que
los hacen merecedores de semejante privilegio.
Babe Ruth y Ty Cobb |
No sucede así con
la “integridad” proveniente de sus conductas.
Cuando se dieron
a conocer los resultados de este año 2013, no sólo vimos la postura fanática de
los votantes, aunque también se comprobó la imperfección del sistema de votación.
Los tiempos
cambian y el Salón de la Fama de Grandes Ligas debe asumir una nueva
perspectiva. Es necesario renovar dicho sistema para eliminar o al menos
disminuir la tremenda injusticia que existe desde hace tiempo. El primer paso
podría ser nombrar una Comisión Especial que analice las medidas a emplear para
sanar algo que huele a podrido hace rato.
Dejar esperando
durante años a figuras que merecen ser elegidos desde su primera nominación, es
injusto y atenta contra el buen funcionamiento de esta institución. Ha estado
sucediendo en las ultimas elecciones y tiene que ver justamente con aquellos
que son los encargados de ejercer el voto para inducir a los que han reunidos
números mas que respetables como para ser considerados. Hombres como Luis
Tiant, Orestes Miñoso, David Concepción, y Tony Oliva, todos con excelentes
carreras, latinos por añadidura, han sido ignorados de la misma manera sin
motivo aparente, excepto el veredicto de los que son encargados de votar y que
ahora han ignorado también a más de diez nombres, cuyas carreras acumulan
credenciales más que suficientes para ingresar a Cooperstown.
De izquierda a derecha: Mike Piazza, Mike Mussina y Jeff Kent |
Al ser
rechazados, la lista para el próximo año crece cuando se estrenen los nombres
de Greg Maddux, Frank Thomas, Tom Glavine, Jeff Kent y Mike Mussina. Esto lleva
a que se acumulen las figuras que lo merecen haciendo más difícil para estos
jugadores el acceso al recinto sagrado.
Varias
estadísticas que antes eran un boleto seguro para ingresar al Salón de la Fama
-500 jonrones, 3,000 hits, 300 victorias – estuvieron representadas por varios
de estos jugadores, aunque debemos aclarar que para ser elegido no es necesario
tener dichos números pues se dejaría fuera de las papeletas a muchos que no lo
tienen y que igualmente lo merecen. De hecho, la mayoría de los jugadores que
pertenecen a Cooperstown no tienen 500 jonrones, 3,000 imparables y 300
triunfos.
Castigar a
peloteros por sospechas o porque presuntamente usaron drogas para acrecentar el
rendimiento, es definitivamente injusto. Y además, ilegal. Ninguno de ellos ha
sido condenado por tribunal federal alguno. Ninguno de ellos ha sido convicto
por causa del uso de esteroides o sustancias anabolizantes. A unos cuantos se
les abrió un proceso y salieron ilesos. Limpios. Sin cargos ¿Eso los convierte
automáticamente en culpables? Independientemente de lo que parezca, si las
usaron o no, lo cierto es que no se les ha comprobado nada. ¿Por qué entonces
seguir con el mismo alboroto?
Entre los nuevos
aspirantes también merecían ser elegidos Craig Biggio, quien conectó más de
3,000 hits vistiendo el uniforme de los Astros., y Mike Piazza es el líder de
todos los tiempos en cuadrangulares para un receptor con 396.
Pero ¿Acaso
Biggio y Piazza estuvieron involucrados en los escándalos de esteroides?
Craig Biggio es uno de los jugadores con mas de 3,000 hits en GL |
La votación
también incluyó a peloteros remanentes que aspiraban llegar al 75% de los votos
para ser exaltados. Entre ellos Curt Schilling Tim Raines, Jack Morris, Jeff
Bagwell, Lee Smith, el cubano Rafael Palmeiro, Mark McGwire y el boricua Edgar
Martínez.
La mayoría de
estos peloteros fueron rechazados por sospecha de usar esteroides en una etapa
donde dichas sustancias estaban toleradas en la pelota de Grandes Ligas.
Barry Larkin, que
fue elegido en el 2012, y Roberto Alomar, elegido en el 2011, desarrollaron
gran parte de su carrera en la era de esteroides. ¿Se pudiera asegurar ciento
por ciento que no los usaron?
Los próximos que
entrarán a la boleta incluirán, probablemente a Greg Maddux, Frank Thomas y Tom
Glavine, quienes también jugaron en la etapa de los esteroides. ¿Serán
elegidos? ¿No serán elegidos por sospechas? Nadie se imagina que Greg Maddux
haya usado esteroides, pero él también entra en la era de los esteroides; una
que esta castigando a los jugadores por sospechas.
Si entramos a un
análisis más riguroso sobre este tema debemos admitir que el caso de los
esteroides no fue manejado de manera apropiada por los dirigentes de la MLB,
los propietarios de equipos, el sindicato de jugadores, los managers y
entrenadores que estaban diariamente cerca de los atletas y en los clubhouses
de los equipos. Casi todas las personas que rodeaban a estos jugadores conocían
lo que sucedía y se callaron, convirtiéndose en cómplices de una noticia con
una potencialidad de una bomba que iba a explotar en cualquier momento. Pero
los jonrones atraen, y aquella batalla de cuadrangulares en las temporadas de
1998 y 1999 entre McGwire y Sosa llevaba público a los estadios, sumaban
televidentes en las pantallas de los televisores y dinero para la MLB, los
medios de comunicación y los propietarios de equipos.
Curt Schilling |
A una gran parte
de los entrenadores de bateo no les convenía que se conociera públicamente,
pues con sus pupilos conectando jonrones les daba a ellos la oportunidad de
mejorar sus salarios. Los peloteros lo usaron para crecer su producción
ofensiva en busca de mejores ofertas salariales. Algunos quizás los usaron para
tratar lesiones. Y otros, indiscutiblemente, los usaron en la etapa mas tardía
de sus carreras, para tomar un segundo aire y seguir adelante. En síntesis, los
esteroides no estaban prohibidos; más bien, eran tolerados. Convenía muchísimo
que fueran tolerados en ese momento.
Hasta que exploto
la bomba. La mentira se convirtió en una cadena gigante de intereses. Y los
peloteros fueron los culpables.
Repito:
Desapruebo categóricamente que los atletas acudan al uso de sustancias
prohibidas para mejorar el rendimiento, de la misma forma que apruebo la toma
firme de medidas disciplinarias muy severas para quienes hagan uso de aquellas
en cualquier condición. Eso ya esta hecho. Pero, es justo mencionar que quienes
lo trajeron al mercado y los dirigentes que se callaron teniendo el deber de
velar por el buen orden del béisbol son también doblemente culpables. Por
saberlo, por permitirlo y hacerlo… por dinero.
Eso es inaceptable
y no creo que debieran pagar justos por pecadores. Después de todo, nunca se
conocerá realmente la cantidad exacta ni todos los nombres de aquellos que
consumieron estimulantes –a sabiendas o no- ni la huella que su uso haya podido
causar en la carrera personal de cada jugador elegible para Cooperstown.
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