Miami Marlins: La historia se repite.
Por JtvLion:
Si alguien pensó
que Ozzie Guillén fue una vergüenza, mientras estuvo dirigiendo a los Marlins
de Miami, les digo que esto es peor, muchísimo peor. Incluso si la operación
resulta una buena movida por el bien del béisbol, esta es una flagrante violación de
la confianza pública.
Los que se van: Arriba, de izquierda a derecha: Mark Buerhle, Jose Reyes y Josh Johnson. Abajo, de izquierda a derecha: Emilio Bonifacio y John Buck. |
Hace poco más de
un año, los Marlins de Miami cambiaron no sólo su nombre y su identidad,
también su imagen, al abrir la billetera como nunca antes y soltar $191
millones en la firma de 3 peloteros.
Entre ellos, el
mas costoso de todos los contratos que jamás los Marlins habían ofrecido a
jugador alguno y que destapo la caja de Pandora con el pase a tercera base de
Hanley Ramirez: $106 millones por 6 años, a José Reyes, el pimentoso torpedero,
que se trago por completo el cuento que Jeffrey Loria le hizo para atraerlo al
sur de la Florida. Reyes renunció a los Mets, se corto el cabello y se ajustó
–como todo un profesional- a los requerimientos de la gerencia. Resultado: Una
decepción mayúscula, un contrato firmado sin una cláusula de no cambio y el
grueso del salario reservado para las ultimas temporadas.
Una estafa. Un
robo en mayor cuantía. El que no es ni la sombra de un profesional es Jeffrey
Loria.
Los peces
acordaron realizar la transacción más grande en la historia del equipo y en la
que enviarían a cinco jugadores a los Azulejos de Toronto: los lanzadores Josh
Johnson y Mark Buehrle, los infielders dominicanos Emilio Bonifacio y José
Reyes y el receptor John Buck.
A cambio
recibirían a siete peloteros: dos infielders cubanos Yunel Escobar y Adeiny
Hechavarría, el pitcher venezolano Henderson Alvarez, así como los lanzadores
Justin Nicolino y Anthony DeSclafani, al jardinero central Jake Marisnik y al
catcher Jeff Mathis.
La transacción se
hará oficial una vez que la oficina del comisionado de las Grandes Ligas dé su
aprobación, ya que Miami también estaría enviando $4 millones en efectivo a
Toronto.
El movimiento les
permitirá a los peces ahorrarse poco más de $160 millones en los próximos años,
y recordó el proceso de desmantelamiento que se produjo poco después de que el
conjunto se alzara con el título de la Serie en el 2003.
Como es evidente
para todos, ahí esta la jugada maestra del Sr. Loria: Aliviarse de un excesivo
presupuesto, obtener grandes prospectos y… empezar de nuevo. Una vez más.
Pero… no esta
vez. Es suficiente, ha ido demasiado lejos y ya es inaceptable.
Jeffrey Loria |
Loria necesita
dar la cara y responder a sus fans que compraron boletos de temporada, a los
políticos del sur de Florida que le ayudaron a conseguir financiamiento para el
estadio de béisbol, a los contribuyentes que subvencionaron el 70 por ciento de
los 515 millones de dólares que costó construir el Marlins Park, a sus colegas dueños
de las franquicias de la MLB, quiénes le están exigiendo respuestas por
dedicarse a arruinar el mercado de Miami.
La verdad: mejor debería
no decir nada. Seria muy oportuno y edificante que el comisionado Bud Selig
invocara sus poderes –que los tiene- a nombre del beneficio del béisbol de
Grandes Ligas y anulara la transacción. Punto. Pero, ¿saben que? Francamente,
el mejor interés del béisbol estaría mejor servido si el trato diera lugar a
que Jeffrey Loria vendiera el equipo y luego desapareciera por completo del
escenario beisbolero.
Como era de
esperar, aficionados y especialistas reaccionaron en las redes sociales y sus
respuestas –como es natural- no fueron muy benévolas al conjunto del sur de
Florida.
El jardinero
derecho Giancarlo Stanton, la única estrella que quedó –aunque probablemente,
no por mucho tiempo- colgó en su cuenta de Twitter, después de enterarse de la
operación: "Muy bien, ¡estoy cabreado! Así de plano y simple”.
Stanton se
molestó. Con toda razon. Sus compañeros de equipo deben ser molestos, como es
lógico. Y las Grandes Ligas debiera estar muy enojada también, como es de
esperar de una organización de su prestigio. Y debería actuar categóricamente
en contra de esta monumental desfachatez por parte de Loria.
Los Marlins están
volviendo a su viejo modelo. Van a recoger dinero del reparto de ingresos, el
dinero de la TV nacional y otras atracciones financieras del béisbol. Todo eso
mientras se opera con una nómina minúscula.
Dan Wetzel,
columnista de Yahoo! señaló en su cuenta de Twitter: “Es impresionante cómo los
Marlins roban una y otra vez a los contribuyentes de Miami y nunca se han
molestado siquiera en usar una máscara”. Entretanto, Paul
Hoynes, periodista del The Plain Dealer
de Cleveland escribió: “Los Marlins obtienen su nuevo estadio, gastan millones
y luego le dan una patada en la cabeza a sus aficionados”.
Una patada que
difícilmente ayude a reconstruir el ya de por sí bastante estropeado vínculo
entre los Marlins y sus aficionados.
El problema es
cómo harán para contentar a la afición en Miami, ciudad que tuvo que poner casi
dos tercios de los fondos para la construcción del estadio.
¿Cuál es el
estímulo para que un fanático de los Marlins acuda a ver a un equipo que por
tercera vez se deshace de su talento? ¿Qué agente libre se puede atrever a
firmar con un equipo que puede desmantelarse de semejante forma? Los dueños no
pueden ahora escudarse con las justificaciones de que no tienen un estadio
apropiado porque ahí esta el Marlins Park, la joya arquitectónica de la Pequeña
Habana.
El Marlins Park, en el corazón de Miami |
Sin embargo, gracias
a los contratos de televisión y a la repartición de ingresos entre los 30
clubes, Loria puede asegurarse –no lo duden- una ganancia el próximo año. Así
de simple, como dice Stanton.
¿Es esto
beneficioso para el béisbol? ¿Traerá alguna satisfacción a “mediano plazo” para
los aficionados del Sur de la Florida que insisten en seguir a los Marlins? No
lo creo. Es muy desolador sentir como te pisotean desvergonzadamente la
esperanza y como te mancillan abiertamente la confianza. Loria ha
desprestigiado la imagen de los peces a nivel nacional. Debieran los fanáticos,
seguidores de los Miami Marlins hacerle a Loria lo mismo que le hicieron a
Ozzie Guillen hasta lograr que se esfume totalmente del panorama y no aparezca
ni en los centros espirituales.
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