Telefonía celular: ¿aliada o enemiga?
Por
Jorge Lion:
[…] “El hombre está evolucionando al esclavismo de la edad antigua; en este caso, se esclaviza a sí mismo, a merced de la tecnología…”
Una imagen común de nuestra época muestra a una familia sentada a la mesa de un bar
o un restaurante, donde cada integrante esta conectado a un dispositivo
electrónico y tan comunicados como podrían estarlo si se encontraran en
planetas diferentes. En el hogar, también es común que cada miembro de la
familia esté “enchufado” a su pantalla y que no haya interacción con el resto.
La
omnipresencia del teléfono celular en diversas esferas de la vida social hace
necesario su abordaje desde diferentes perspectivas de análisis. Ningún
artefacto de comunicación se ha diseminado con tanta rapidez ni había inducido
en tan poco tiempo efectos múltiples en las relaciones humanas, el
comportamiento público y la modificación de los conceptos de interrelación
social y familiar.
Por
mucho, existen numerosos aspectos importantes cuando se posee un celular. No
hay dudas de su utilidad comprobada. El teléfono celular o mobile ha contribuido a salvar distancias. Al tener un teléfono móvil,
podemos contactarnos rápidamente con cualquier persona e institución que
necesitemos, sin importar lo lejos que este y casi desde cualquier lugar del
mundo donde nos encontremos.
Mediante
los celulares la comunicación es posible no solamente a través de la voz, sino también
mediante la escritura, fotos o imágenes en movimiento. El enviar mensajes de
texto, por ejemplo, es mucho más económico que hacer llamadas y expande, a su
vez, las posibilidades de disponibilidad, ya que casi siempre llegan a su
destinatario a pesar de la cobertura u otras limitaciones.
Conseguir
o encontrar una persona que posea un celular es mucho más fácil, ya que el
usuario de este servicio dispone de 24 horas al día de cobertura. El hecho de
tener un dispositivo personal, hace que la comunicación sea directa y
disponible, siempre y cuando el usuario tenga el teléfono encendido y el mismo
decida recibir llamadas. Si así no es el caso, también existe la alternativa de dejar en un buzón virtual un mensaje de voz que se puede escuchar luego.
La buena
comunicación ha sido esencial también para un negocio exitoso. Los celulares le permiten estar en contacto con clientes de todo el mundo. Si tiene una reunión telefónica
con alguien en Europa, la diferencia horaria ya no es un problema tan grande cuando
se tiene un celular. Puede comunicarse desde casa, fuera del horario de
trabajo, en vez de hacerlo desde la oficina. Si acostubra a viajar internacionalmente, puede
mantenerse en contacto ya que estaría accesible en el mismo número y teléfono.
Desde el
año 2009, las ventas de smartphones
se han incrementado a un ritmo imparable. Se calcula que en dos años las ventas
mundiales pasaron de 494,5 millones de unidades vendidas en el 2011 a 1,004.2
millones, en el 2013, es decir, más del doble de las ventas. Y si tomamos como
punto de partida el año 2009 (173,5 millones) el crecimiento ha sido de… ¡576
por ciento!
Ahora
bien, este es el lado bueno de las cosas. Veamos el otro lado.
Si bien
la revolución de los celulares ha traído consigo la comunicación global con
todas las ventajas que ello implica, habría que destacar que cada día es mas
creciente el número de casos en que los individuos pierden paulatinamente sus facultades
para comunicarse de manera personal e interactuar con los seres humanos que le
rodean y se han ido conduciendo hacia un aislamiento progresivo donde solo
creen posible conectarse a través del teléfono.
Asimismo,
es una realidad que al tener tantas opciones de comunicación y entretenimiento
en un solo artefacto que, además, es portátil, provoca que disminuyan los
niveles de atención de las personas que lo usan al punto de desconectarse del entorno
en el momento de disfrutar de el. Una sensación común de los usuarios de la telefonía
móvil es cuando olvidan el celular o por cualquier otra circunstancia no
lo llevan consigo y se sienten incomunicados, desarmados e incluso “desnudos”, causándose
a si mismos gran expectativa y ansiedad.
El
tiempo avanza y con el las pautas de comportamiento social. Lo que para algunas
generaciones resultaba un atropello a las buenas costumbres, para la siguiente
es motivo de indiferencia. El phubbing (del inglés: hacer desaire con el teléfono) es un desarreglo de la era tecnológica
cada vez más de moda, que consiste en ignorar a la persona con quien se está para
curiosear en el celular. Las escenas de phubbing, que han invadido de manera
alarmante el mundo moderno y que están definidas como “el acto de ignorar a
alguien en un entorno colectivo mientras se atiende al teléfono” se pueden
observar a diario y con más frecuencia cada vez. Y no es una conducta exclusiva
de los más jóvenes sino que compromete a todas las edades y géneros.
El
sentimiento descrito es como un impulso incontrolable bajo la premisa de que la
persistencia en ese tipo de tareas otorgaría algún tipo de crédito o
reconocimiento.
Esto
deja a la otra parte en una posición de espectador, lo cual puede resultar muy
ingrato y bastante incomodo.
Con la aparición
de los celulares, la primera regla de cortesía en romperse fue la de atender el
aparato en medio de una reunión. Pero, esta actitud se fue justificando bajo el
pretexto de “esta bien que lo haga, puede ser una emergencia”. Con la llegada
de los smartphones y las redes
sociales, todo se agravó.
Quienes ocasionan
el phubbing no tienen rangos de
edades específicos, aunque es mas frecuente ver a los jóvenes protagonizando
algunos de estos “desplantes”. Cualquier excusa sirve hoy día para bajar la
mirada y entrar en el universo de las redes. Desde una pequeña actualización de
perfil, hacer clic en un Me Gusta, publicar un comentario en Twitter o
Facebook, establecer un chat por
WhatsApps, pedir vidas en el Candy Crush, o tomar una foto y “colgarla” en
Instagram. Estas personas son capaces de “bloquear” cualquier interferencia del
mundo exterior que pueda conseguir sacarlos de su distracción. Otras, sin
embargo, no consiguen abstraerse, lo cual se traduce en muchas ocasiones en la aparición
de un muy mal humor y notable animosidad. Esta creciente mayoría que depende de
sus mobiles anda vagando como zombies, torpes e incoherentes, tan
aislados del mundo que los rodea como se lo permiten sus audífonos o la vista
fija en la pantalla de su celular. El tener la ilusión de que se puede estar en
múltiples lugares al mismo tiempo, va creando una fantasía de “clic-manía” que podría
resultar terrible, ya que no es posible enfocar la atención simultáneamente en
varios puntos, lo cual implica que, al hacer esto, algo se esta descuidando.
El tener
un celular deriva en que tenemos un número de identificación que, en muy pocos
casos es privado; entonces cualquier persona tiene la posibilidad de
contactarnos, en cualquier momento del día, ya sea de nuestro agrado o no.
Aunque parezca mentira, el celular también es un medio que difunde material
obsceno e inadecuado y se presta para promover ciertas conductas indebidas como
la infidelidad, la lujuria, la ira, el uso de la pornografía e infinidad de
sentimientos destructivos.
Por último, se ha hablado mucho de que el teléfono celular propicia algunos
problemas de salud, como el cáncer y otros padecimientos, debido a la muy
cercana y constante exposición a las radiaciones emitidas por el aparato como
tal y, aunque estas aseveraciones no han sido comprobadas del todo
científicamente, no creo posible que alguien vaya a darle a esto algún crédito,
¿verdad?
Lo
cierto si es que los accidentes de transito debido al uso de la mensajería de
texto o cuando se sostiene una conversación telefónica mientras se conduce han
ido en aumento en los últimos años. Según la Administración Nacional de
Seguridad del Transito en las Carreteras en EE UU (NHTSA, por sus siglas en
inglés) los conductores que usan sus celulares tienen 6 veces mas
probabilidades de participar en un accidente automovilístico y causan
aproximadamente el 8 por ciento de todos los choques; es decir 636,000
accidentes, 330,000 lesiones ligeras, 12,000 lesiones graves y 2,600 muertes
cada año. También, afirma que no existe diferencia en la distracción cognitiva
que producen los celulares y la ingestión de bebidas alcohólicas. El 83 por
ciento de los choques están relacionados con la falta de atención del
conductor. La causa número uno de falta de atención de los conductores, créalo
o no… ¡es el teléfono celular! Las investigaciones han demostrado que conducir
usando el celular puede representar una distracción cognitiva grave y reducir
el desempeño detrás del volante a más del doble de lo que lo que lo reduce el
alcohol.
Vivimos
en una sociedad individualista: cada vez hay menos actividades en común dentro
del núcleo familiar o social. También la educación formal, elemental en la
adquisición y desarrollo de los buenos modales y tan evocada en la época de
nuestros padres y abuelos se esta yendo por el barranco. Cabría preguntarse si
la tecnología que va en aumento lo hará en detrimento de una condición inherente a los seres humanos: la convivencia.
La actual
generación y aquellas por venir tienen la palabra.
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